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El COVID no ha terminado:
· El 50% de las infecciones son asintomáticas.
· Mínimo 10% de las infecciones acaban en COVID persistente.
· Las reinfecciones nos destrozan. hay una idea errónea común de que la exposición a gérmenes dañinos fortalece el sistema inmunológico. las enfermedades virales como COVID, gripe, sarampión pueden debilitar el sistema inmunológico, dejando daños duraderos en lugar de mejorar la inmunidad. no construyes tu inmunidad con infecciones repetidas
· Un test de antígeno rápido solo logra detectar con éxito alrededor del 60% de las infecciones tempranas sintomáticas y aproximadamente el 22% de las infecciones asintomáticas. Los PCR y test moleculares son los test con más precisión.
· El COVID se propaga y mueve como el humo de un cigarro, piensa en las personas de tu alrededor y en ti como personas que están todo el día fumando, se hace más visual entender cómo se mueve el COVID.
· En las infecciones con síntomas se tarda un par de días en dar los síntomas lo que quiere decir que estás por lo menos un par de días infectando sin saberlo.
· Las vacunas son importantes pero hay que añadir formas de protección como la mascarilla y purificadores de aire. Los niveles de anticuerpos producidos disminuyen significativamente en los meses posteriores a la vacunación. Las vacunas no están evitando reinfecciones, ni el contagio, ni las secuelas persistentes del COVID.
· Eres infeccioso de COVID por lo menos 10 días.
· Desde el comienzo de la pandemia ha habido una gran propaganda en torno a la normalización de la enfermedad y una forma meritocrática de entender la inmunidad (el mejor es que nunca se verá afectado, el débil es que ‘tendrá que morir’ por la prosperidad).
· Las nuevas variantes son complejas por 1) la continua transmisión que nos hacemos entre humanos como la que se dan entre humanos y otros animales haciendo mutaciones más complejas; 2) la falta de investigación, falta de socialización de las barreras contra el COVID, de antivirales cuando se tiene infecciones y de test de COVID de PCR o moleculares. Todo esto no está asilado del mundo de opresión donde vivimos, de hecho, ahí es donde está su origen. El cuidado contra el COVID es cuidado comunitario lucha obrera, discapacitada, queer, anticolonial y contra toda forma de opresión.
Cuidados contra el COVID
1. Mascarillas. Utiliza mascarillas N95/FPP2 o de mejor filtración (como un respirador) y asegúrate de que no tenga ningún hueco por donde pueda escapar el aire. Las mascarillas que se ajustan a la cabeza sellan mejor que las que solo se agarran a las orejas, y además, son mucho más cómodas. El control del foco de origen del contagio es más efectivo para evitar una infección que si solo la persona infectada usa mascarilla. Las mascarillas se pueden reusar de una forma
2. Purificadores de aire. Añadiendo el uso de mascarillas de calidad, si estas en interiores abre las ventanas, enciende ventiladores y usa purificadores de aire HEPA. Puedes hacer tu propio HEPA, llamado caja Corsi-Rosenthal, con unos pocos suministros económicos. En espacios abiertos la transmisión del COVID al aire libre es posible, pero si usas también mascarilla las probabilidades de contagio son más bajas que en interiores.
3. Vacúnate si puedes. Las vacunas contra el COVID generan anticuerpos que ayudan a combatir la infección. Han sido cruciales para reducir de manera considerable las tasas de mortalidad y hospitalización por infecciones graves. Sin embargo, los niveles de anticuerpos producidos disminuyen significativamente en los meses posteriores a la vacunación. Las vacunas no están evitando reinfecciones, ni el contagio, ni las secuelas persistentes del COVID.
4. Test de covid. Si puedes PCR, si no piensa en invertir en test moleculares (son como PCR pero caseras, suele ser una máquina que se usa siempre por unos 300€ más luego unos 8 horas el test en sí de usar y tirar. Recomendamos Pluslife test molecular. Si haces test de antígenos, ten en cuenta sus limitaciones y eleva la precisión, hazte varios con diferencia de 48 horas entre ellos. Pautas a seguir para sacar el mayor partido al test de antígeno, elaboradas por Ontario Health: Antes de la prueba: No comas, bebas, mastiques chicle, fumes, ni uses vaporizadores durante los 30 minutos previos. Sopla los mocos de la nariz antes de realizarte la prueba. Lávate bien las manos y solo toca la parte del hisopo que no va a entrar en contacto con las muestras. 1. Pasa el hisopo por las encías inferiores y la parte interna de las mejillas dentro de la boca. Luego, pásalo por la parte trasera de tu lengua. Si puedes, pásalo por tus amígdalas, usando un espejo para guiarte. 2. Pasa el hisopo por una fosa nasal. Inclina tu cabeza hacia atrás e inserta el hisopo directamente (no hacia arriba) hasta encontrar resistencia. Rota el hisopo varias veces. Repite el mismo proceso en la otra fosa nasal.
5. Precauciones extras: ¡No sustituyen la necesidad del uso de mascarillas ni de tener aire limpio! Estos estudios no son a gran escala y no van a impedir que puedas transmitir el virus en caso de que estés infectado con COVID. Sin embargo, son una buena capa de protección extra.
- Irrigación nasal: Usado después de una posible infección de COVID o si ya la tienes, reduce su gravedad. Práctica barata, eficaz y bien tolerada que puede incorporar a sus hábitos diarios de seguridad contra el covid. Para ahorrar aún más dinero, puedes hervir el agua del grifo y dejar que se enfríe, así como hacer tu propia solución salina. Sin embargo, NUNCA use agua del grifo sin hervir, ¡ya que puede haber microbios en ella! PARA DESPUÉS DE POSIBLE INFECCIÓN.
- Enjuague CPC de 0,07%: utilizado después de posibles infecciones o cuando sabes que tienes COVID para reducir la carga viral en la garganta, hacer gárgaras 1 minutos y no comer ni beber media hora después de haberlo hecho
6. Ten un plan por si tienes COVID. Qué hacer si tiene COVID por People's CDC; Qué hacer cuando tengo COVID por Clean Air Club, traducción al castellano por Maru Florian Padron y Maro Vione. Tiene un anexo con información relevante si vives en España. Si tienes COVID recuerda que 1) Todavía puedes frenar la transmisión del virus. Reduce la probabilidad de infectar a otras personas en tu hogar aislándote lo antes posible, mejorando la circulación del aire y promoviendo el uso de mascarillas por todos. Las personas que dan positivo en COVID son contagiosas por al menos 10 días. Después de este periodo, se recomienda hacerse otra prueba de COVID. Evita salir de casa en la medida de lo posible. Si tienes una emergencia o algo que no puedes posponer, usa una mascarilla N95/RN95/FPP2. 2) Hidratación y descanso. La deshidratación está ligada al desarrollo de COVID persistente así que ¡hidrátate! El riesgo de desarrollar COVID persistente es mayor en personas que no siguen el reposo adecuado. Evita hacer ejercicio o actividad física durante la infección y en las semanas posteriores. El reposo y llevar tu propio ritmo sin forzarte son esenciales para tratar el síndrome de fatiga crónica, un síntoma común del COVID persistente. 3) Tratamiento medicamentos y suplementos. RTHM, una clínica especializada en el tratamiento del COVID persistente, recomienda los siguientes medicamentos y suplementos sin receta para controlar los síntomas y reducir el riesgo de desarrollar COVID persistente. Después del COVID recomendamos poder hacer un seguimiento.
7. Ten un plan si desarrollas COVID persistente. Estudia lo que es, los síntomas y qué se puede hacer. Escucha las voces long covid y sobre todo ¡escucha tu cuerpo! Si notas algo raro, hazte caso. Ante cualquier duda puedes hablar con @vozdelpacientecovidpersistente y @comunistadisca. Busca médicos long covid en tu zona y traza un plan por si tienes síntomas.
“Toda cadena de transmisión que se logre romper CUENTA. Cada persona que no se llega a enfermar, que no llega a perder ESA SEMANA DE SU TRABAJO, que no MUERE ni adquiere una DISCAPACIDAD, desde el más mínimo de los inconvenientes, hasta la MAYOR de las pérdidas: cada una de estas cosas CUENTA”. -Becca en el podcast Death Panel
FINALIZAR EL ESTADO DE EMERGENCIA NOS HA DEJADO MÁS VULNERABLES QUE ANTES
En 2023, se declaró el fin de la Emergencia de Salud Pública. Pero la pandemia continúa. La vuelta a la normalidad tiene que ver con los beneficios, no con las personas: significa que nuestro gobierno ya no tiene que pagar las medidas de salud pública que se ha demostrado que nos mantienen a salvo; significa que millones de personas viven con Covid persistente, desaparecidas del espacio público mientras se retrasa la investigación, disminuye la empatía y se abandonan las medidas paliativas.
¿NO NOS DIJERON LOS MINISTERIOS DE SALUD QUE EL COVID ERA LEVE?
No lo es. El Covid es un virus transmitido por el aire que ataca a todos los sistemas orgánicos del cuerpo, se experimenten o no síntomas, y por leves que sean los síntomas iniciales. De hecho, el virus se vuelve más letal a medida que evoluciona, extendiéndose sin paliativos por nuestras comunidades. Cada vez que te infectas, aumenta tu riesgo de sufrir daños permanentes, o Covid persistente. Este daño puede no ser visible al principio. Pero el Covid causa daños cerebrales, coágulos sanguíneos, derrames cerebrales, infartos de miocardio y cáncer. No es como la gripe: los científicos entienden ahora que su impacto en el sistema inmunitario es mucho más similar al del VIH. Y los niños son igual de vulnerables.
"YA TUVE COVID Y ESTABA BIEN".
La verdad es que muchos que han muerto o quedaron discapacitados por el COVID (persistente) no tenían preocupaciones de salud previas. Es posible que estés en bajo riesgo antes de tu primera infección, pero la repetida reinfección aumenta exponencialmente el riesgo de daño a tu cuerpo. Las complicaciones del COVID incluyen graves daños al funcionamiento de cada órgano, incluyendo el corazón, el cerebro y el sistema gastrointestinal. La mitad de las infecciones son asintomáticas, así que hay veces que estás infectado y ni lo sabes.
"HEMOS ALCANZADO LA INMUNIDAD COLECTIVA":
La razón por la que tenemos tantas variantes de COVID es porque hemos permitido que el virus se propague descontroladamente. Hemos permitido que el virus se propague descontroladamente porque nuestro gobierno derogó los mandatos de uso de mascarillas, desmanteló la infraestructura de pruebas de COVID y derogó todas las demás medidas de protección desde el principio. No tenemos que sucumbir a la postura derrotista de que el COVID eventualmente infectará a todas las personas en el planeta. Podemos mantener seguras nuestras comunidades manteniendo prácticas relacionadas con el COVID. Usar una mascarilla, hacer pruebas regularmente y mantenernos informados puede ayudar a salvar vidas.
La S de SARS-CoV-2 es de SEVERO. El COVID ataca el sistema vascular del cuerpo humano a nivel celular*. Afecta su sistema nervioso central y sistema inmunológico. Dañará cada parte de su cuerpo que recibe flujo sanguíneo. Su cerebro. Su corazón. Sus pulmones. Cada reinfección causa más daño a personas de todas las edades.
Las vacunas no frenan la transmisión, pueden ayudar a que no mueras, pero ¿cuándo fue la última que te pusiste? Las vacunas deben ser actualizadas y a los 6 meses.
Actualizar las vacunas es difícil ya que las continuas infecciones hace que no paren de crearse nuevas y nuevas cepas sin control. Las vacunas son una forma de protección a la muerte, pero 1) no todos pueden vacunarse 2) deben ser cada 6 meses y actualizadas y 3) debemos centrarnos en prevenir las infecciones ya que el COVID no solo mata sino destroza el cuerpo.
Debemos mantenernos a nosotros mismos y a nuestras comunidades seguras. El 10% de TODA infección de COVID acaba en LONG COVID, una enfermedad nueva de la que se conoce poco y de la que muchos médicos no solo no saben, sino ignoran.
NO SOY DE ALTO RIESGO. ¿POR QUÉ DEBERÍA IMPORTARME?
Las personas discapacitadas no son desechables. Nuestro gobierno ha pasado por alto las graves implicaciones sanitarias del Covid diciéndonos que sólo deben tomar precauciones las personas de "alto riesgo". (Y si has estado infectado anteriormente, ahora formas parte de esta categoría.) Uno de cada 5 casos se convertirá en Covid persistente. Todo el mundo debe poder participar con seguridad en la vida pública. Mitigar el Covid es nuestra responsabilidad colectiva.
1) incluso si esto fuera cierto, nuestros miembros de la comunidad ancianos, de alto riesgo y discapacitados no son desechables: sus vidas valen la pena protegerse. Las personas actualmente en excelente salud o más jóvenes están más cerca de ser discapacitadas o de alto riesgo de lo que nos han dicho que creamos; 2) cualquier persona que haya tenido COVID debería considerarse inmunocomprometida. Combatir el COVID no fortalece nuestra respuesta inmunológica, porque el COVID ataca al sistema inmunológico y afecta su capacidad para combatir infecciones futuras. Nuestros sistemas inmunológicos se debilitan cada vez que nos infectamos
LAS PERSONAS POBRES Y MARGINALIZADAS SE LLEVAN LA PEOR PARTE DE LAS INFECCIONES
Desde el principio, se ha dado prioridad a nuestra utilidad como trabajadores por encima de nuestras vidas. Fueron les trabajadores "esenciales" a los que no se permitió quedarse en casa y mantenerse a salvo cuando necesitábamos trabajadores para hacer funcionar nuestras tiendas de comestibles, hospitales, oficinas de correos y campos. Son les trabajadores los que siguen presentándose a trabajar, sólo para infectarse una y otra vez, preocupándose por el cuidado de los niños y el alquiler y las facturas que hay que pagar. Son nuestros jefes los que no nos protegen.
"LAS MUERTES Y CASOS DE COVID SON BAJOS":
Si bien los medios de comunicación informan sobre repuntes, no suelen ser una fuente confiable y ha habido múltiples repuntes que no han informado. La mitad de los casos de COVID son asintomáticos y en los hospitales la “vuelta a la normalidad” ha significado hacer como si el COVID no hubiese nunca existido, no hacer PCR y si hacen alguna prueba son antígenos (que DAN FALSOS NEGATIVOS), de mientras sin mascarillas obligatorias exponiendo así a patógenos aéreos como gripe aviar, gripe, COVID o tuberculosis a los pacientes y trabajadores.
Si el COVID sigue siendo un problema, ¿por qué no hacen nada los gobiernos?
“La dura verdad del asunto es que el motivo detrás de la minimización del COVID es la avaricia y el control social. El sistema capitalista depende del crecimiento constante: producción constante, consumo constante, expansión constante de beneficios. Incluso pausas breves, como una orden de quedarse en casa durante un mes, tienen efectos desastrosos sobre el capital. Implementar las estrategias de prevención masiva necesarias para frenar la transmisión (pruebas rápidas diarias, rastreo de contactos, licencia remunerada garantizada para trabajadores expuestos, respiradores de alta calidad, etc.) es costoso y reduce los beneficios. Una campaña de información explicando por qué todos necesitan quedarse en casa, en lugar de contribuir a "la economía", reduciría aún más los beneficios. Reducir todas las empresas no esenciales y mantenerlas cerradas hasta el verdadero final de la pandemia contraería la economía solo a lo que es necesario para que la sociedad funcione. Las oportunidades para que el capital financiero invierta en nuevas empresas rentables desaparecerían más rápido de lo que vuelven a surgir.
Para que el capitalismo funcione, se requieren dos cosas: un suministro constante de trabajadores que produzcan valor y un flujo interminable de consumo para materializar ese valor como ganancia para el capitalista. El inicio de una pandemia presentó un desafío en ambos frentes. Trabajadores enfermando en masa y siendo obligados a quedarse en casa durante un par de semanas, o incluso muriendo o quedando discapacitados, y saliendo completamente de la fuerza laboral, era solo un potencial dolor de cabeza para la clase capitalista. Mucho peor era la perspectiva de que los trabajadores se quedaran en casa por precaución, lo que paralizaría la producción. Los consumidores que se quedaran en casa y compraran solo lo esencial impedirían la materialización de ganancias en vastas áreas de la economía, cortando el flujo de capital necesario para mantener todo el sistema en funcionamiento.
En el momento en que quedó claro para los analistas de mercado que el COVID era más que un brote local en China, desató el pánico total en el sector financiero. Los temores sobre la desaceleración de las ganancias llevaron a varias ventas masivas de acciones por parte de los inversores, lo que disminuyó el valor de las acciones y desencadenó aún más ventas de pánico, durante varios días diferentes. Esto no fue solo especulación: la disminución de la demanda de petróleo provocó rápidamente una guerra de precios masiva que hizo que los precios dieran vueltas durante meses hasta volverse negativos, con los titulares futuros de petróleo pagando para deshacerse de sus contratos. Sin aumentar la demanda, la producción de este y otros productos básicos sería financieramente tóxica.
El capitalismo también depende de un ejército de reserva de trabajo para mantener artificialmente deprimidos los costos laborales. Una economía contraída, en la que cualquier trabajador dispuesto a trabajar es una rareza, inclina el equilibrio del poder a favor de los trabajadores. Los trabajadores podrían negociar más fácilmente salarios más altos y condiciones de trabajo más seguras (incluido el permiso de COVID). Lo más preocupante de todo, en el contexto de medidas de precaución a largo plazo, es que la población se acostumbraría a una idea peligrosa: que tenemos valor más allá de nuestro trabajo y nuestro consumo. Cuando nos enfrentamos a la perspectiva de la muerte o la discapacidad, las contradicciones se agudizan a nuestros ojos. Cientos de millones de trabajadores de repente se preguntarían: "¿Por qué estoy arriesgando mi vida por esto?" La frustración ante la elección entre la pobreza extrema y la posibilidad de contraer una afección debilitante galvanizaría a los trabajadores para que defendieran nuestros derechos. Olas de movilización laboral, huelgas de alquileres, cierres patronales, boicots y más barrerían el país, y el mundo. Sería el mayor desafío al poder político de la clase capitalista en un siglo. (…)
el objetivo explícito de la clase dominante ha sido hacer que la pandemia simplemente desaparezca de la percepción pública. Cualquier recordatorio de la existencia de una enfermedad altamente transmisible, altamente peligrosa y discapacitante a gran escala podría desencadenar el pánico, o peor aún: acciones laborales organizadas y militantes. Evitar esta crisis requería una cuidadosa campaña de formación cultural; la gente misma necesitaba estar convencida de que no había razón para luchar. Se necesitaba fabricar el consentimiento para la infección masiva prolongada.” (unity-struggle-unity.org)
Rompe el silencio
“Hay un profundo silencio que se asienta como una capa de ceniza que cubre los millones de tumbas que el Covid-19 ya ha llenado. Este silencio no es natural, se produce. No solo por agotamiento, sino por decisiones deliberadas tomadas por quienes están en el poder para hacernos olvidar. Olvídate de las pérdidas. Olvídate de los supervivientes. Olvídate de que todo esto podría haber sido diferente. Pero la pandemia sigue haciendo estragos, arrancando vidas del presente, no solo del futuro, y a su paso, persisten los sistemas que alimentan esta devastación. (…)
Nos bombardean con narrativas que exigen que volvamos a la normalidad, volvamos al trabajo y dejemos de resistirnos: si no cumples, te rechazan, te castigan, y todos estamos constantemente expuestos a la fuerza a un virus que devasta el cuerpo cuantas más veces interactúas con él. Este juego de manos ideológico enmascara la verdad: la pandemia no ha terminado porque las estructuras responsables de ella tampoco. En cambio, se han adaptado, se han atrincherado más profundamente y han capitalizado nuestro creciente entumecimiento.
La clase dominante, cuyos bolsillos se han hinchado en este tiempo de crisis, tiene un interés invertido en tu olvido. Quieren que la maquinaria de la muerte siga funcionando mientras nosotros la llamamos "progreso" o "normalidad". Desde las prisiones que incuban el virus hasta las prohibiciones de mascarillas aprobadas en nombre de la "libertad", cada parte de la respuesta ha sido diseñada para mantener intacta la explotación y al Estado funcionando siempre hacia adelante con un ritmo suave. Cada retroceso de las medidas de salud pública no es un fracaso público, es un éxito privado. Este es el capitalismo haciendo lo que mejor sabe hacer: convertir la catástrofe en oportunidad.
El discurso de la "responsabilidad personal" en el manejo del Covid no es más que otra forma de comercializar la muerte como inevitable. Es un grito de guerra que enmascara lo que realmente está en juego. El hecho es que quién vive y quién muere no es una cuestión de fracaso personal, es una decisión arraigada en patrones históricos de explotación. La pandemia expuso estas fallas, pero nunca debemos pensar que no estaban ya allí. La distribución desigual de la muerte sigue la lógica del capitalismo racial, golpeando más duramente a los pobres, negros, latinos y discapacitados.
Esta es la razón por la que no puedes desconectarte, y por la que si te has desconectado, ahora es el momento de continuar donde lo dejaste. Los mismos poderes que normalizan la muerte masiva hoy en día son los que han estado explotando a los trabajadores, criminalizando a los marginados y afianzando la desigualdad durante siglos. El COVID no ha hecho más que poner esto en un tono más nítido. Desde la tortura de prisioneros bajo el pretexto de protecciones pandémicas hasta la externalización de la responsabilidad de la salud pública a las personas, lo que estamos viendo no es nuevo: es una aceleración de los procesos existentes diseñados para preservar el poder para unos pocos.
La normalización de la muerte masiva sirve como una forma de eugenesia, en la que se deja morir a los improductivos, aquellos que no pueden ser explotados con fines de lucro. Esto no es un efecto secundario del capitalismo; Es fundamental para su funcionamiento. Desde el principio, esta ha sido una pandemia de negligencia selectiva. Los pobres, los inmunodeprimidos, los discapacitados, los que tienen trabajos de bajos salarios, aquellos cuya mera existencia amenaza la perpetuidad del Estado, siempre íbamos a ser los primeros en ser sacrificados. El sistema necesita nuestros cuerpos para el trabajo y la extracción, pero no para el cuidado.” Structural Violence and the Pandemic: An Update on Our Collective Reality (substack.com)
¿Qué es lo que inspira tal confianza en la capacidad del estado para manejar la crisis sanitaria?
“¿Qué es lo que inspira tal confianza en la capacidad del estado para manejar la crisis sanitaria? ¿Es el atractivo de la supuesta normalidad que nos distrae de sus fracasos históricos, o el deseo de recuperar al menos algo de lo que todos hemos perdido? No lo sé. Pero lo que sí sabemos es que las instituciones estatales han priorizado consistentemente el orden violento de la normalidad sobre las vidas, y esta pandemia no es diferente. Desde sistemas de salud inadecuados hasta medidas punitivas que afectan desproporcionadamente a comunidades marginadas, el estado ha desempeñado un papel crítico en amplificar el sufrimiento y la muerte que hemos soportado.
A medida que navegamos por esta crisis, debemos cuestionar por qué confiamos en las mismas instituciones que nos han decepcionado repetidamente. ¿Estamos realmente dispuestos a aceptar una narrativa que valora la productividad económica por encima de la salud pública genuina? ¿Una vida pública “digna de vivir” para aquellos que solo están dispuestos a olvidar?
La pandemia ha puesto de relieve las inequidades sistémicas que siempre han existido. Los mecanismos estatales no han aliviado el sufrimiento; lo han exacerbado. El estado ha tomado medidas no para protegernos del Covid, sino para protegerse a sí mismo, y en ese pequeño sentido abstracto, la respuesta estatal no ha cambiado mucho desde 2020.
La lucha por la justicia en salud debe surgir de un esfuerzo colectivo que priorice las necesidades de los más vulnerables. La fe ciega en sistemas que perpetúan la desigualdad y el abandono solo profundiza la crisis. El verdadero cuidado comunitario reconoce que nuestra fuerza radica en nuestras relaciones y recursos compartidos.
Creemos espacios donde todos se sientan seguros y valorados, donde podamos abordar nuestras necesidades juntos sin depender de los mismos sistemas que históricamente nos han fallado. Al abrazar el cuidado comunitario, protegemos no solo a nosotros mismos, sino que también desafiamos las estructuras que perpetúan el daño y el abandono. Sí, tenemos que lidiar con las leyes y sistemas bajo los cuales vivimos actualmente, pero nuestro trabajo no puede detenerse allí. Juntos, solo nosotros podemos asegurar que todos tengan acceso al cuidado que merecen. Comprometámonos a un futuro donde nuestra seguridad colectiva esté en nuestras manos.
Covid-19 aún nos presenta una profunda oportunidad para construir el mundo que queremos. Aunque devastador, y con muchos comprometidos a olvidar, esta pandemia sigue actuando como un catalizador—una larga duración de rendición de cuentas que revela las profundas injusticias entrelazadas en nuestra sociedad y los puntos en los que el sistema estatal se vuelve vulnerable. El viejo mundo de la explotación, la desigualdad y la búsqueda implacable de beneficios se está desmoronando, y en su lugar, una nueva visión de liberación y cuidado colectivo lucha por nacer.
Sin embargo, este potencial transformador está bajo asedio. La negación de la pandemia es un velo que intenta sofocar el horizonte de liberación que está a nuestro alcance, por más lejos que parezca. Las fuerzas del statu quo están desesperadas por mantener el control, instándonos a regresar a la normalidad mientras refuerzan los sistemas que perpetúan el daño.
A medida que navegamos por las complejidades, el sufrimiento colectivo y el dolor de este momento, no podemos rehuir la lucha. Los desafíos que enfrentamos son inmensos, pero también lo es nuestra capacidad de resistencia y transformación. Debemos liberarnos mutuamente del Covid. Juntos, podemos resurgir de las cenizas del viejo mundo, forjando un camino hacia una nueva realidad donde todos realmente tengan los medios para prosperar.
Buscar la liberación en los otros es anhelar más que una mera liberación; es aspirar a una transformación profunda que sacuda los cimientos mismos de nuestra existencia. La liberación podría liberarnos de las cadenas de la opresión, pero la salvación reclama nuestras almas, historias y futuros. Reconoce que buscamos más que libertad de la tiranía—buscamos una reimaginación radical de lo que significa vivir plenamente y auténticamente.
En esta búsqueda, debemos confrontar la realidad de que la liberación, sin salvación, corre el riesgo de convertirse solo en un cambio de poder—un intercambio de una forma de control por otra. Podemos estar libres de las cadenas del opresor, pero aún estar atados por las estructuras que perpetúan el daño. La salvación exige que desmantelamos estos sistemas y transformemos no solo nuestras circunstancias, sino nuestras relaciones entre nosotros y con el mundo.
En este acto de recordar, nos negamos a ser silenciados o relegados. En su lugar, debemos levantarnos una y otra vez en flagrante desafío, dejando de lado la ilusión del individualismo que el estado promueve. Nos convertimos en los guardianes de los demás, creando redes de seguridad a través de la solidaridad y la compasión. Nuestras vidas están entrelazadas, y a través de esta conexión, encontramos nuestra fuerza. La vulnerabilidad, lejos de ser debilidad, se convierte en un testimonio de nuestra humanidad y capacidad de amor.
A medida que nos reunimos en desafío, creamos un coro de recuerdos, una canción que resuena contra el silencio impuesto por el estado. En esta armonía, encontramos el poder para protegernos y transformar nuestras comunidades en santuarios de ayuda mutua. La salvación no es solo un momento—es un movimiento, un continuo despliegue de liberación colectiva.
Abracemos la interconexión, sabiendo que mientras realmente nos tengamos cerca, somos más fuertes por ello. Somos los arquitectos de un futuro donde nadie queda atrás, donde la seguridad está entrelazada en el tejido de nuestra existencia. Juntos, debemos continuar avanzando hacia el futuro, firmes e inquebrantables, en busca del mundo que sabemos que es posible.” Structural Violence and the Pandemic: An Update on Our Collective Reality (substack.com)